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Bienvenidos a una experiencia enriquecedora

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viernes, 26 de octubre de 2012

EL TIEMPO HA LLEGADO


 

Dr. Emmanuel García Moreno

 

He aquí vienen días de tinieblas sobre la tierra. Días de luto, día de clamor, lloro y lamento. La tierra será sacudida y las fieras saldrán a devorar carne de hombre.

 

Estallarán las guerras prolongadas, guerras en varias partes, diferentes lenguas y naciones. Será tiempo de angustia y mucho dolor. Saldrá la muerte a cabalgar y a realizar su obra de cosechar lo que no sembró. Tiempo de pestilencia y mortandad se avecina.

 

El tiempo ha llegado, tiempo de buscar mi rostro. Tiempo de gemir y clamar delante de mí. Tiempo de oración  y de arrepentimiento. Tiempo de establecer ayuno y oración en medio de mi pueblo.

 

He aquí que haré venir el soplo de mi aliento sobre toda carne, todos me oirán y reconocerán que he hablado y los llamaré a la intimidad conmigo, a buscarme como vuestro Refugio y Fortaleza, porque vienen días malos, días de aflicción.

 

Me oirán y me entenderán, porque he aquí envío de mi paz y de mi lluvia tardía sobre mi pueblo para que entiendan que la hora ha llegado. Hora de buscarme y encontrarme. Hora de entender los caminos por donde los he de guiar en cuanto pasa el turbión y será hora de estar en mi Presencia en el lugar Alto, el lugar de  mi Morada. Lugar de Escondedero.

 

Este es el tiempo que mi pueblo esperaba, tiempo de Visitación, tiempo de entenderme y conocerme. Me manifestaré y me conocerán como su Dios que los ama y los guarda en el día malo. Buscarán mi Rostro y me hallarán, les daré Espíritu de Sabiduría y de Conocimiento mío. Pondré hambre y no de pan, sed y no de agua sobre mi pueblo amado y gemirán por mí como el ciervo brama por las aguas, me buscarán y me hallarán porque Yo Soy su Dios que los esfuerzo y multiplico sus fuerzas cuando no queda ninguna. Seré para vosotros su escondedero firme, la Roca inconmovible, Roca Eterna, Roca de Salvación Roca que protege y abriga. Seré su Fortaleza y su Torre Alta, Torre Fuerte en donde no llega el ruido de la espada y la matanza.

 

Días de sangre derramada, días de lamento y no de baile, día terrible, día de dolor. Pero a mi pueblo no llegará, porque yo soy vuestro Refugio. Soy vuestro Salvador que    tiene cuidado de Uds.

 

Es hora de clamor y llanto delante de mi Presencia y honrar mi Nombre. Es hora de luz y no de tinieblas para mi pueblo Israel. Es hora de levantarme y enderezar los caminos torcidos por donde han hecho andar a mi pueblo que compré, pueblo que adquirí para la alabanza de mi Nombre. Pueblo que ha de vestirse de poder con la fuerza mía. Seré para ellos estandarte y canción. Canción de guerra, porque mi voz alzaré y como rugido de león se oirá. Arrebataré la presa pero a mi pueblo salvaré. Lucharé contra el  malo y contra el violento. Quien los librará de mis manos.

 

Buscadme en cuanto puedo ser hallado. Buscadme y viviréis. Buscadme ahora que todavía es tiempo de salvación porque he aquí vendrá el momento de mi silencio, clamarán y no responderé, buscarán y no hallarán, tocarán y no se les abrirá. Tiempo de oscuridad y tinieblas. Tiempos de soledad y espanto pero mi pueblos estará seguro, porque en mi puso su confianza en mí su esperanza, en mí su refugio y contentamiento.

Por cuanto de mí se acordó, yo lo libraré en el día de la aflicción, porque ciertamente aflicción vendrá y no tardará.

 

Ha llegado el tiempo, tiempo de visitar a mi pueblo, tiempo de darme a conocer y a entender. Tiempo de luz y claridad sobre mi pueblo y oscuridad sobre los impíos que denigran mi nombre y odian mi Palabra que he enviado.

 

A prepararse pueblo mío. No teman ni desmayen porque Yo Soy el Dios tuyo. El que te llamó y te cuida. El que te da refugio y abrigo. Yo mismo Soy. Soy, Soy el que Soy.  Tu Dios y tu Rey, tu Dios y Padre Eterno que velo por ti para que tu pie no tropiece y sufras dolor. Envío mis ángeles a tu alrededor para que te vaya bien y nada te haga daño. En los días de la angustia, estaré contigo como poderoso gigante, como el Dios de tu salvación. Entiende que Yo mismo Soy.

domingo, 21 de octubre de 2012

SEAMOS REYES Y SACERDOTES DE DIOS


CON LA FUERZA DE DIOS VENCEREMOS

 

Por: Dr. Emmanuel García Moreno

 

“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.”

 

 Estoy convencido que nuestro Dios y Salvador está interesado en que entendamos y comprendamos los momentos que nos ha tocado vivir como pueblo suyo; y, quiere que estemos preparados en El.

 

El tiempo de su Regreso se ha acercado, y es necesario que su iglesia sea revestida del poder de su fuerza y fortalecida en El.

 

En esta exhortación, se nos indica la necesidad de buscar fortaleza espiritual en 2 fuentes a nuestro alcance, una fuente es Cristo y la otra es la del Espíritu.

 

Alguno podrá pensar: ¿Y la fuente del Padre?

 

Debemos entender que nosotros tenemos comunión con el Padre, acceso a El y aceptación delante de El, a través de Cristo, su Hijo.

 

Cristo Jesús, es el intermediario entre el Padre y nosotros. Nosotros no podemos recibir nada de parte de Dios, sino es por medio de Jesucristo. Él es nuestro Sumo Sacerdote.

 

Este Sumo Sacerdote entró de una sola vez al Santuario, al lugar Santísimo, con su propia sangre derramada hasta la muerte, siendo el sacrificio más perfecto y completo que el que presentaba el Sumo Sacerdote del Templo en Jerusalén, quien debía entrar al lugar Santísimo una vez al año, después de ofrecer sacrificio primero por él, a causa de sus pecados; y, después por el pueblo, para buscar delante de Dios la Remisión de los pecados durante todo un año; pero que al siguiente año tenía que volver a realizar los mismos sacrificios una y otra vez, porque estos no eran perfectos.

 

Cristo, el Hijo de Dios, con su muerte, no solo nos redimió para nuestro Dios y Padre, sino que nos hizo una nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que por el poder del Espíritu Santo, entremos juntamente con El en el Santuario Celestial, no hecho de manos de hombre, no de la carne sino del espíritu, y ahí ofrecer sacrificios espirituales a nuestro Dios, como reyes y sacerdotes.

Nuestro culto racional es ofrecer sacrificios vivos, santos y sin mancha delante de la Majestad en las Alturas. Por eso debemos presentarnos cada día, nosotros mismos, como sacrificios vivos a Dios.

 

Nosotros somos ahora los sacrificios vivos aceptables a Dios.

 

Entendamos esto, porque aquí hay sabiduría.

 

Cristo es el Cordero que fue inmolado. Es el Cordero Aceptable a Dios Padre, porque es sin mancha ni pecado. Con su sacrificio El quitó el pecado que nos impedía acercarnos a Dios en su Santuario y tener comunión con El.

 

Dios no habita en Santuario hecho por los hombres. El único lugar sobre la tierra en la que habitó y manifestaba su Presencia, era en Jerusalén, la ciudad de Dios, en el Templo de Salomón. La nación de Israel, tuvo el privilegio de ser escogida por Dios, para ser la que construyera en la tierra, un Santuario imperfecto, en el cual el Dios Todopoderoso se manifestase a favor de los hombres.

 

Pero a Moisés se le advirtió que construyera según el Modelo Celestial que se le mostró en el Monte Sinaí. El Santuario de Dios en la tierra, el Tabernáculo de reunión, hecho de madera, pieles, cortinas de lino, oro y plata, era solo un pálido reflejo del verdadero Santuario Eterno.

 

Venido Cristo, aquel Templo hermoso, junto con su Santuario, fue destruido.

 

¿Por qué?

 

Esto es lo que los judíos no han entendido aún. El Santuario Terrenal ya no es necesario, porque estando ya Cristo, ahora ellos y nosotros los no judíos, tenemos acceso al Verdadero Santuario Celestial, en el cual mora Dios. Este acceso lo tenemos por el sacrificio de Cristo y por el poder del Espíritu Santo, quien nos introduce en los lugares celestiales, en donde está Cristo nuestra Cabeza.

 

El Plan de Dios era que por medio de los judíos, viniese la Salvación y la creación de un Nuevo Hombre, hecho a la imagen de Cristo el Hijo de Dios.

 

Esta nueva creación, será en todo semejante a Cristo, quien es la Cabeza y nosotros el Cuerpo. La Cabeza ahora está en los cielos, y, el Cuerpo, está en la tierra; unidos por el Espíritu Santo que nos hace Uno con Cristo y Uno entre nosotros.

 

Como nueva creación, somos  “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.”

 

Ahora somos pueblo de Dios, cuando antes no lo éramos. Antes andábamos en delitos y pecados, ajenos a la ciudadanía de Dios; pero venido Cristo, derrumbó la pared que nos separaba, y nos hizo conciudadanos de los santificados por su sangre <porque su sangre nos santifica para Dios>, nos dio la dignidad de hijos de Dios, y para esto, ¿Quién es suficiente?

 

Esta dignidad es tan inmensa, que por nosotros mismos no podemos vivirla; por ello necesitamos de la fortaleza de Cristo y la de su Espíritu. Porque Cristo nos ha acercado al Dios Vivo, al Terrible en Loores, al Magnífico en Santidad, al Hacedor de Maravillas, al Único y Sabio Dios.

 

Cristo nos ha acercado al Santo de los santos; al Magnífico en Santidad, al Dios Invisible, al Padre Eterno.

 

En la medida en que los redimidos, vayamos ocupando nuestro lugar en el mundo, esto es, el de reyes y sacerdotes; y empecemos a oficiar con nuestros sacrificios de Alabanza y Adoración, con abundancia de Acciones de Gracias, confesando el Nombre del Señor; asimismo el Espíritu, que es nuestro Ayudador, irá acercándonos cada vez más a la semejanza de nuestro Rey y Señor Jesucristo, perfeccionándonos con su poder y con su Palabra, creciendo en su conocimiento, hasta llegar a la estatura del varón perfecto.

 

Decía que ahora, nosotros somos los sacrificios que debemos oficiar a Dios. Cristo es el único sacrificio por el pecado. Nosotros somos sacrificios de Acciones de gracias.

 

En el Santuario terrenal se oficiaban sacrificios individuales, según las posesiones de cada oferente. En ese Santuario, los sacrificios eran diarios y continuos. Asimismo en el Santuario Celestial, los sacrificios deben ser diarios y continuos.

 

En el Santuario terrenal, solo los sacerdotes de la casa de Aarón, podían ofrecer estos sacrificios en nombre de los oferentes. En el Santuario Verdadero, solo los sacerdotes según el Orden de Melquisedec, pueden hacerlo. Y éstos somos nosotros.

 

Todo aquel que ha creído en Cristo y lo ha aceptado como Señor; es hecho rey y sacerdote según el orden de Melquisedec. Cristo es nuestro Sumo Sacerdote, es la Cabeza; nosotros somos su Cuerpo, la familia sacerdotal de la Casa de Dios. Cristo el Principal, como lo fue Aarón; nosotros los elegidos, para oficiar en el Santuario.

 

Cristo está en los Cielos; nosotros aún estamos en la tierra, por eso Él no puede ofrecer los sacrificios de Acción de Gracias, los sacrificios voluntarios; y nosotros somos llamados a ofrecerlos en su Nombre.

 

Comprendamos que por medio de Cristo y solo por medio de El, podemos acercarnos al Padre, y ofrecer estos sacrificios de acción de gracias. Todo lo que es en Cristo es aceptable ante el Padre.

 

Nosotros no nos acercamos por nuestros propios méritos, sino por los méritos de Cristo. Debemos ocuparnos de ofrecerle a Dios, sacrificios vivos de Alabanzas, Acciones de Gracias y Adoración.

 

Este es nuestro culto racional.

 

Nuestro culto a Dios debe ser entendido a plenitud por nuestra mente. Saber el por qué debemos ofrecer Alabanzas, Acciones de Gracias, frutos de labios que confiesen su Nombre y Adoración.

 
Cuando nosotros presentamos nuestros cuerpos a Dios como un sacrificio vivo y santo a El; estamos cumpliendo con el propósito por el cual Él nos llamó de las tinieblas a su Luz Admirable.

 

Romanos 12 dice:




Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.

 

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

 

Este pasaje es claro como la luz del mediodía en un día de verano.

 

Nuestro culto racional es presentar sacrificios vivos a Dios, por lo cual debemos transformarnos por la renovación de nuestras mentes y así podamos comprobar esta su voluntad buena, agradable y perfecta.

 

Si no aceptamos que somos reyes y sacerdotes para Dios, para ofrecerle estos sacrificios continuamente; no podremos cumplir su voluntad para nosotros. Su voluntad es que cumplamos con este santo llamamiento.

 

Esta es nuestra única razón de ser como nuevas criaturas en Cristo: ser reyes y sacerdotes que presentan diariamente en este mundo en tinieblas, sacrificios a Dios por medio de Jesucristo.

 

Cristo ya hizo Su voluntad, la Voluntad del Padre, al morir en el madero. ¿Se acuerdan de “Pase de mi esta copa, pero no se haga mi voluntad sino la tuya”?

 

En esta voluntad somos santificados, somos separados para Dios, creados en Cristo para buenas obras.

 

Ahora nos toca a nosotros hacer su voluntad, beber nuestra copa. Que es morir con Cristo en la cruz, haciendo morir al hombre carnal y pecador, que está viciado por el pecado y no puede agradar a Dios, crucificándolo juntamente con El en la cruz.

 

Habiendo muerto al pecado de esta manera, vivamos ahora la nueva vida que Él nos da por medio de su resurrección, y por su Espíritu de Vida que nos ha sido dado, viviendo ahora para Dios, bastando ya el tiempo en que vivimos vendidos al pecado.

 

Si somos guiados por el Espíritu, entonces haremos morir lo terrenal en nosotros y podremos vivir la plenitud de la vida del Espíritu, ocupándonos de este santo llamamiento, hasta que Cristo venga por nosotros. Que cuando El venga, nos encuentre en el Santuario cumpliendo con nuestro oficio.

 

Cuando la iglesia se ocupe de ser el Templo del Dios Vivo, entonces vendrá Cristo para que habiendo sido perfeccionados aquí en la tierra, pasemos a vivir en la Casa de Dios en cuerpo y espíritu como reyes sacerdotes que viven para siempre según está escrito:

 

 “Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.


Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.


Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en él, no será avergonzado.


Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, La piedra que los edificadores desecharon, Ha venido a ser la cabeza del ángulo;
y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.


Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.


Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma,
manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras”

 

Dice “acercándoos a Él”; como que estuviésemos lejos. Porque hoy, muchos están lejos de Cristo y del propósito de su llamamiento. Lo que el apóstol le dijo a los hermanos en el primer siglo; hoy nos lo dice a nosotros: acerquémonos a Cristo”. Acercarnos a El como Sumo Sacerdote, para que como reyes y sacerdotes, cumplamos con nuestro santo oficio, de presentar a Dios sacrificios vivos, esto es nosotros vivificados en El por su Espíritu.

 

Si la Cabeza fue sacrificada, ¿Cuánto más nosotros, su Cuerpo?

 

Tenemos dos oficios como creyentes:

 

Hacia Dios, ofrecerle sacrificios vivos; nosotros mismos en Cristo.

 

Hacia el mundo, el anuncio del Evangelio de Salvación.

 

Para ocuparnos de estos oficios, debemos presentar batalla a las huestes espirituales de maldad que se oponen a esta voluntad expresa de nuestro Dios. Por eso el llamado a fortalecernos en el señor y el poder de su Fuerza, vistiendo toda la Armadura de Dios y poder así resistir en el día malo.

 

Asista a la Conferencia el 3 de Diciembre en el Hotel Panamá y sea edificado en el conocimiento de este propósito y a la vez sea ungido por Dios ese día con el poder de Dios, para cumplir con este santo llamamiento de reyes y sacerdotes, guerreros santos y anunciadores de las buenas nuevas en Cristo.

 




Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.


Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.


Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.


Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.


Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.


Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;
orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio,
por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.”

 

Bendiciones

martes, 16 de octubre de 2012

HAY RIQUEZAS QUE EMPOBRECEN; Y, POBREZA QUE ENRIQUECE


¡SEÁMOS RICOS RIQUÍSIMOS!

 

Por: Dr. Emmanuel García Moreno

 

 “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”

                                                                                                           Fil.4:19

 

Hoy hablaremos de las riquezas.

En el mundo existen personas con grandes riquezas materiales; pero muy pobres emocional, familiar, amical o espiritualmente.

 

Existen personas con cuentas bancarias enormes, abultadas, desbordantes; con sus necesidades materiales aparentemente resueltas. Se miran a sí mismos y se dicen: “repósate alma mía, porque de nada tienes necesidad. Y no saben que son unos pobres, desventurados que hoy mismo le pedirán cuentas de su alma.

 

También existen personas, incluidos los que aman a Dios y están siendo enseñados y preparados para la Venida de Jesucristo, que añoran, desean y buscan las riquezas de este mundo, con el propósito de satisfacer todas sus necesidades materiales y abundar en riquezas materiales para dar testimonio de fe y apoyar la obra del Señor.

 

Sobre este tema podemos aprender el enfoque sabio y prudente bajo la óptica de Jesús, para que estemos firmes en el Señor entre las riquezas que tengamos, deseemos tener o que buscamos.

 

Tal vez haya una persona multimillonaria que esté leyendo estas palabras, llena de riquezas que ha acumulado en este mundo con el esfuerzo de toda su vida, y hoy tendido en una cama de enfermo, o ante el tránsito inevitable de su vida hacia la eternidad, porque sus días se han agotado; esté pensando ahora:

 

“Soy rico. He acumulado toda esta riqueza y ahora que estoy a punto de partir, pienso ¿Y para qué he acumulado tanto? Sé que no me acompañarán a donde voy. ¿Qué hago con ellas?” "He de presentarme ante el Juez de toda laTierra; ¿Me servirán estas riquezs de algo en el Juicio?
 


Una persona así, que  sabe y entiende que todo el bienestar que alcanzó con sus pertenencias materiales no le alcanza para tener paz en su corazón, cuando se enfrente al momento de la verdad; necesita ser enseñado con la Palabra de Vida, para que no entre al mundo espiritual, empobrecido y miserable.

 

Todos tenemos que comparecer ante el Trono de Dios a darle cuenta de nuestras vidas. No se escapa nadie. Tanto el rico como el pobre, antes de partir de este mundo, entendemos que compareceremos ante la Majestad en las Alturas.

 

Es posible que durante nuestra existencia, no hayamos pensado en el momento en que tendremos que partir de esta vida, y, comparecer ante el Juez de todos. Porque cuando estamos llenos de fuerzas y juventud, no nos detenemos a pensar en esa realidad. Muchos decidimos dejar esos momentos para más adelante porque ahora no es la hora de pensar en cosas “tristes”. Nadie nos garantiza que podamos llegar al final tan planificados.

 

Pareciera que para la mayoría de los hombres existe el pensamiento, y, manera de vivir, como si tuviésemos la vida asegurada hasta vivirla gasta los 100 años y apagarnos de vejez, como una velita que está llegando a su final, titubea un poco y se apaga lentamente con suaves vaivenes de la brisa que le acaricia.

 

La realidad es que todos nosotros, en algún momento de nuestro peregrinar en esta mundo; sea temprano, a mitad de camino o al final, dejaremos esta vida para iniciar la otra existencia, la duradera, la final, la inagotable.

 

Cristo Jesús, quien nos da Palabras de vida, quien vino a este mundo a traernos el conocimiento de Dios como Padre nuestro y quien tiene cuidado de nosotros, tomó tiempo para enseñarnos sobre este tema o asunto.

 

Él lo consideró importante, y aun lo considera.

 

El Señor nos enseña que las riquezas son importantes; pero, no debemos dejar que ellas nos atraigan de tal manera, que el apego a ellas, nos sea de tropiezo para el Reino de Dios.

 

Cristo nos dice que nuestra alma debe estar libre de ataduras terrenales, que le impidan entrar y participar de la gloria que Dios Padre nos tiene reservada para nosotros, cuando Cristo Regrese y sea coronado Rey de toda la  tierra y se de inicio a la manifestación gloriosa de los hijos de Dios, cuando se haya cumplido lo que el Padre Eterno determinó para la Nueva Creación en Cristo.

 

Y el Retorno de Cristo, está a las puertas. Cuánto más debemos vigilar nuestras almas; en qué nos ocupamos hoy.

 

Las riquezas de este mundo pueden convertirse en un verdadero problema para aquellos que las posean o para los que quisieran tenerlas.

 

En el Evangelio de Lucas encontramos una enseñanza poderosa de Cristo sobre este tema.

 

“Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia;…

 

<es un llamado de atención a sus seguidores; a quienes quieren ser enseñados por El y, poner por obra su Palabra. La riqueza material viene acompañada de la Avaricia, que es un flagelo de las almas.

 

La expresión “mirad” me habla de una ordenanza preventiva. Es como decir “Tengan cuidado” “Estén Alertas” “cuidado y son Sorprendidos” “No se descuiden en esto” Es un llamado de atención para vigilar este mal insidioso que se nos puede colar disfrazado de buenas intenciones>

 

La Avaricia es un pecado terrible; produce hambre de tener cosas materiales; hambre de acumular dinero a cualquier costo, hambre insaciable de satisfacer nuestro ego.

 

La Avaricia nos deja sin amigos ni familiares que nos aprecien. Los pocos que están a nuestro alrededor se han acercado buscando saciar ellos sus propios apetitos. El avaro es el más solitario de los hombres. Se queda solo con su riqueza acumulada durante toda su vida.

 

El avaro tiene como dios el dinero y su vientre. Entendiendo por vientre todo apetito terrenal, carnal que lo somete. Vive esclavo de sus apetitos.

 

El avaro no da nada de sí; solo espera recibir. Y si algo da; lo da con la intención de recibir algo a cambio. El avaro cuando da; espera obtener beneficios propios.

 

Hay una línea muy tenue en esta transacción entre lo que se enseña en el Reino de Dios acerca de dar y recibir y el dar de la avaricia.

 

La Avaricia da para recibir bienes materiales que satisfagan los apetitos terrenales; en el Reino se da sin esperar nada a cambio y si al Señor le place darnos medida apretada de vuelta; la usaremos para la extensión de su Reino, no para complacernos a nosotros mismos.

 

Tengamos cuidado porque la Avaricia viene disfrazada de buenas intenciones. Por ejemplo: anhelas tener un vehículo. No tienes suficiente dinero para costearte uno que te gusta. Vives pensando en ello y como obtenerlo. Alguien aparece vendiendo un boleto de $40 de una gran rifa en beneficio de una institución que atiende a los necesitados del país.

 

Para ti $40 es mucho dinero. Decides comprar el boleto porque te ganarás el carro como el soñado: un BMW último modelo con todas las extras. No piensas en tomar esos $40 y donarlo directo a la institución, porque eres avaro, no sabes dar a los demás.

 

Pero la rifa te da la excusa que necesitas para obtener algo de gran valor a cambio de una bicoca. Te dices a ti mismo: “complácete alma mía, porque eres generoso; estás apoyando una buena causa”

“….porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee…”

 

<Aquí es tajante el Señor al declarar que las riquezas dan un engañoso sentimiento de vida. Muchos hombres pueden llenarse del pensamiento: “Tengo plata; tengo vida”

 

Sale una propaganda en la televisión de un joven bajo el sol vacacional, rodeado de comodidades, pertenencias, lujos, abundancia de todo, buena compañía femenina, recostado en una hamaca y exclamando satisfecho, con una copa de licor en su mano: “esto sí que es vida”

 

Jesús nos dice: La abundancia de bienes no es la verdadera vida. Hay algo más. La tenencia y posesión de riquezas no te hacen vivir.

 

Jesús decía esto porque Él sabía que la verdadera Vida del hombre se encuentra en El, en Conocerle y conocer al Padre. Él dijo de si mismo: Yo Soy la Vida. También compara al Reino de los Cielos con una perla de gran precio: "el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró."
 

 El hombre puede tener riquezas materiales; pero, si no tiene a Cristo, no tiene nada. Es pobre y desventurado. Y lo contrario también es cierto. Una persona pobre, si tiene a Cristo, tiene la Vida, tiene el Reino de Dios, es heredero de Dios y coheredero con Cristo. Es verdaderamente rico, porque ha atesorado bienes en el Reino de los Cielos a dónde el ladrón no entra ni la polilla.

 

A sus seguidores, Jesús nos enseña:

 

Cuidado con desear y buscar las riquezas de este mundo, ellas pueden desviar tu alma del verdadero premio en Cristo.

 

Cristo no nos enseñó a buscar las riquezas de este mundo; sino las riquezas del Reino de los cielos, en donde está El.

 

Ocupemos nuestras vidas en buscar esos tesoros del conocimiento de Dios Padre y de Cristo. Con ese conocimiento, nuestras vidas terrenales se van llenando de gloria celestial y vamos acumulando peso de gloria, según la voluntad de Dios.

 

Hagamos tesoros en los cielos, tesoros en el Reino de los Cielos. Busquemos entender como vamos llenando nuestra cuenta celestial que Cristo nos abrió en su Reino, para de esta manera ser hallados ricos en el Reino y no pobres.

 

En el Reino de los Cielos hay galardones y premios que Dios nos tiene reservados. Nuestra gloria eterna será de acuerdo a lo que hayamos acumulado con los tesoros celestiales. Habrá unos potentados en el Reino y otros salvos como por el fuego, sin mayores posesiones espirituales, pero salvos al fin.

 

Dios Padre no solo quiere que seamos salvos; sino, que atesoremos en los Cielos. Que seamos ricos para con Cristo.

 

Si hemos de acumular riquezas; acumulémosla en los cielos.

 

En cuanto estemos en esta tierra, “busquemos el Reino de Dios y su Justicia y todas las demás cosas nos serán añadidas”

 

Si hemos de recibir riquezas de las manos de Dios; no las busquemos. El mismo nos las dará como una ñapa, una añadidura. Que  nuestras oraciones, acciones, participaciones en la iglesia no sean buscando recibir de Dios riquezas a cambio de ellas.

 

Dios no nos mandó a ir tras las riquezas; nos ordenó ir tras su Reino y su Justicia. No erremos el camino.

 

Él le pedirá cuentas a aquellos que hacen errar a sus ovejas, enseñando un Evangelio diferente, el evangelio de las riquezas de este mundo, al que nos ha sido dado desde el principio.

 

Al que ha acumulado riquezas toda su vida y al final del camino se encuentra vacío y pobre; a este le digo:

 

Cree en Cristo como el Hijo de Dios; acéptalo en tu corazón como tu Señor y Salvador y serás salvo.

 

Tal vez te encuentres que las fuerzas vitales te abandonan y no tienes tiempo ya de hacer buenas obras; Dios te da la oportunidad de tomar esas riquezas que no te acompañarán; suplir a tus herederos una porción para que puedan avanzar en sus vidas sin estrecheces materiales. El resto, dáselos a los pobres y atesorarás en los cielos.

 

Rompe con la avaricia que te aprisionó junto a las riquezas y dar a los pobres. Sepas que cuando le damos a los pobres de este mundo; a Dios le damos.

 

Creo que en situaciones como las del millonario de esta historia; Dios le extiende un poco más de vida si decide dar sus riquezas a los pobres; para que se goce estando aun en esta vida cuando atesora en los cielos.

 

¡Sea vida en Nombre de Jesús  sobre aquél que atendiendo la Voz de Dios, decide dar sus riquezas a los pobres y atesorar para los cielos!

 

Habrá gente muy rica que lea estas líneas y se preocupe de tener que dar todo lo que posee a los pobres. A estos les digo: Preocúpate primero de venir a Cristo, entregarte a El con todo lo que tienes, haciéndole Señor de tu vida y de tus bienes. Él te guiará a hacer con lo que le pertenece, lo que es mejor. Tendrás las riquezas que ya tienes y adicional a ello tendrás a Cristo, la mayor de las riquezas, que hacen palidecer las que ahora tienes.

 

Y al que no tiene riquezas, que apenas tiene para el día a día o tiene pero no mucho; a estos les digo: “

 

 “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”

domingo, 14 de octubre de 2012

LA REVELACION DE JESUCRISTO


LA REVELACIÓN DE JESUCRISTO

 

Por: Dr. Emmanuel Garcia Moreno

 

“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”

 

 

Ap. 1:1

 

 

Por Dr. Emmanuel García Moreno

 

 

Hoy es domingo, el día del Señor, día de estar en la Casa del Padre, en comunión con El y ministrándole Alabanzas, Acciones de Gracias y Adoración.

 

 

Presentémonos hoy como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es nuestro culto racional.

 

Hoy el Señor se ha de manifestar de una manera especial a nuestras vidas. Entenderemos su nombre Alfa y Omega, Principio y Fin, con el cual se nos da c conocer en la Revelación dada a Juan en el libro de Apocalipsis.

 

 

El Espíritu de Dios nos cela celosamente, como novia del Cordero. Nos fue dado para guiarnos a toda Verdad.

 
En este tiempo, nuestro Dios y Padre quiere mostrarnos, mediante la revelación de su Hijo en nuestros corazones por la acción del Espíritu Santo, su amor y cuidado que como Padre tierno y solícito tiene con cada uno de nosotros.

 

 

El Espíritu me da testimonio que se acerca un despertar grandioso de la iglesia en estos días. Hay tesoros en la Palabra, que no han sido explorados por la iglesia del Señor por estar distraída y ocupada en otros menesteres, como cuando Marta al recibir a Jesús en su casa, estaba afanada en la preparación de la comida para El y para sus amigos que le acompañaban.

 

 

En aquella ocasión, María su hermana se sentó a los pies del Señor y embelesada, recibía toda la Palabra que salía de su boca. María se había olvidado del mundo, de sus quehaceres cotidianos.

 

 

El Señor estaba en su casa. María entendía la grandeza del momento que le tocó vivir. El Hijo de Dios estaba en su casa, al alcance de su mano, traía enseñanza nueva para dar, y ella quería estar cerca. No quería perderse ese momento de Visitación

 

 

Cristo viene hoy a nuestra casa. Hoy es día de Visitación. Seamos como María, quien se acomodó a los pies de Cristo para recibir de El, Palabra Viva. Dejemos todo afán de nuestras vidas y corramos a su Presencia porque El tiene Palabras de Vida Eterna.

 

 

Marta se quedó atrapada en el afán del día a día.

 

 

En Lucas 10 está el relato de este encuentro.

 

 

“Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa.



 

Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.



 

Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.


Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.


Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”.

 

 

Como Marta hay muchos cristianos. Cristo es parte de sus vidas, pero no es lo más importante. Ella escogió otras cosas a as cuales dedicarle su atención; pero la necesaria, esto es estar en comunión con Cristo, la descuidó.

 

Marta se quedó ese día impregnada de los olores de la cocina y de la mesa. Olía a cebollas y ajos; en cuanto María se impregnaba del olor fragante de Cristo, olor a Vida, olor a Eternidad.

 

 

Hoy es día de Visitación. Seamos como María y acudamos a estar a sus pies. Cristo tiene revelación hoy para su pueblo. Hoy es día de Visitación.

 

 

Juan, cuando recibió la Revelación de Apocalipsis, estaba en el día del Señor; y, estaba en el Espíritu.

 

 

Cuando estamos en el Espíritu, Dios nos dará una revelación nueva de Cristo en nuestras vidas.

 

 

Juan había caminado con Jesús durante los tres años de su ministerio. Le conocía muy bien. Pero conocía al Jesús terrenal. Al Jesús que debía padecer en la cruz. En la resurrección, Juan experimentó, junto a los demás apóstoles y discípulos, las apariciones frecuentes de Jesús resucitado. Pero Cristo aún no había subido a la Gloria del Padre.

 

 

Este domingo, cuando Juan se ocupaba de la oración, el ayuno y de la meditación en su Palabra, estando en el Espíritu, esto es lleno de su Presencia durante su devocional; Dios le da esta Revelación fresca.

 

 

El Espíritu conduce a Juan a las interioridades del Santuario y abre sus ojos para que vea y conozca a Cristo de una manera diferente a como lo había conocido.

 

 

Ahora sus recuerdos del Jesús debilitado en su cuerpo de carne, empalidecieron ante la gloriosa Presentación del Cristo en los Cielos.

 

 

 

Juan recibió una Visitación de Cristo Glorificado. Nosotros necesitamos que Cristo glorioso se manifieste en nuestros corazones y le conozcamos como el Alfa y Omega. Como Alfa y Omega, se nos revelará en cada porción de la Palabra en la cual meditemos.

 

 

Cristo está presente en cada jota, tilde, punto, coma, palabra, frase u oración de la Palabra de Dios. Permitamos que el Espíritu de Dios nos conduzca a toda verdad y nos de a conocer el amor de Dios que excede todo conocimiento.

 

 

La Revelación de Jesucristo. Dios quiere revelar su Hijo en mí hoy. Ya le conozco como Cristo mi Salvador; ahora quiero conocerle como El Que ha de Venir, para que mi corazón y mi alma se gocen en esta esperanza de su muy pronto Retorno.

 

 

Necesitamos que el Padre en su gran misericordia, nos revele a Cristo el Que Viene, para dejar aquellas cosas que nos han atrapado y distraído en cuanto nos alejaban de la comunión con El, junto a sus pies, en donde deberíamos estar.

 

 

Solo El puede sacarnos de la religiosidad en que hemos caído por haberle desplazado del primer lugar en nuestro corazón. Marta tenía a Cristo en su corazón, pero lo tenía hablando solo. No escuchaba su Voz por estar distraída.

 

 

Marta no estaba haciendo nada indebido. Ella estaba haciendo cosas lícitas; pero había descuidado lo más necesario.

 

 

Marta estaba afanada en servirle al Señor y en cómo hacerlo, descuidando lo más necesario: Estar en comunión con El, recibiendo Palabra fresca. Marta era una sierva de Jesús. Ella le servía; pero en el afán del servicio a Cristo, descuidaba la mejor parte.

 

 

Jesús nos enseña con esta Palabra. “María escogió la mejor parte”, que el servir es bueno; pero estar en su Presencia es mejor.

 

 

Escojamos hoy la mejor parte. Escojamos estar en su Presencia a cada momento. Cristo quiere darse a conocer de una manera real y poderosa en la intimidad con El.

 

 

A la Casa del Señor vayamos.